En la promesa de tu cuerpo
conocí la sed del deseo
me hidraté en tu pecho desnudo
mi sexo sucumbió a tu fuego
Tatuaste tus besos en mi cuerpo
tu boca fue mi mejor templo
tu suave piel fue lava danzante
bailando arrogante sobre mi ego.
Y entre las sabanas ardientes
la melodía es el himno del eros
el placer de la excelsa dulzura
sucumbe al éxtasis intenso.
Porque estamos encadenados
unidos en un solo cuerpo
en esta prisión candente
donde juntos nos inmolaremos.
Donde el amanecer es rojizo
e inunda de sol nuestro lecho
la lujuria es amor ardiente
y el éxtasis es el rey del deseo.